Soy licenciado en Psicología por la Universidad de Deusto, psicólogo clínico y experto en el área de la comunicación desde hace más de dos décadas. Ante todo, después de tantos años investigando y profundizando sobre el comportamiento, uno tiene la sensación de que a veces no vamos por la dirección correcta.
Siempre me ha obsesionado en el buen sentido de la palabra, las interacciones, el empoderamiento de las habilidades, la gestión de las emociones y el poder casi sugestivo que la comunicación genera.
Vivimos en una época un tanto convulsa: el carisma sanador de la comunicación verdadera ha pasado a un segundo plano y parece que solo el estrés, una buena imagen social o el mindfulness tan de moda tienen cabida.
Parece que la verdadera preocupación de cada uno de nosotros es la de intentar proyectar una imagen de alegría desbordada, pasión por la vida, despreocupación por las cosas banales y atención sobre lo que realmente importa: disfrutar de las pequeñas cosas, el crecimiento sostenible, la tolerancia, etc…Cuanta necesidad de contar a todo el mundo lo estupendos/as que somos.
Pero la realidad es que uno va paseando por la calle, y detrás de esa máscara de poder optimista, rara vez te encuentras a alguien sonriendo, manteniéndote el contacto visual o fijándose en las maravillosas cosas que le rodean; el móvil entre otras distracciones acapara nuestra atención plena. Quizás en la búsqueda de tantas cosas complejas hemos perdido de vista la importancia de las cosas simples: la familia, los amigos, la necesidad de equivocarse, el respeto a las opiniones ajenas, no etiquetar a los que piensan diferente, sonreír, llorar, acompañar, …
¿Cuántas personas de los cientos de seguidores que posees en RRSS acudirían al hospital para visitarte después de una operación delicada? ¿Cuántos se alegrarían verdaderamente por tus éxitos? ¿Quiénes te han enseñado algo en los momentos difíciles de tu vida? Plantéate muchas de estas preguntas para saber a qué tienes que dedicar tus esfuerzos. Y cómo decía Jim Romh, empresario y orador motivacional, “asegúrate de que tu exterior es un buen reflejo de tu interior”, de lo contrario, nunca estarás creciendo.