Vivimos en una época un tanto convulsa: el carisma sanador de la comunicación verdadera ha pasado a un segundo plano y parece que solo el estrés, una buena imagen social o el mindfulness tan de moda tienen cabida.
Vivimos en una época un tanto convulsa: el carisma sanador de la comunicación verdadera ha pasado a un segundo plano y parece que solo el estrés, una buena imagen social o el mindfulness tan de moda tienen cabida.