Todo el mundo es consciente de la importancia de la comunicación como elemento clave y primordial para transmitir ideas, pero lo curioso es que una habilidad innata del ser humano (somos animales sociales y el lenguaje nos hace únicos) se trabaje de forma deficiente, de la misma forma que un atleta pueda pensar que por nacer con cualidades no le hace falta entrenar.
Comunicación y salud, dos conceptos que conviven de forma inexorable
Mucho se habla de la comunicación y de sus beneficios en diferentes ámbitos; personal, laboral e incluso social. Aquellas personas que desarrollan una comunicación fluida con los demás e incluso consigo mismos, serán más capaces de liderar y mostrarse competencialmente más aptos. Así mismo, estas personas serán percibidas por el resto como más atractivas y con capacidades socialmente más deseables.
Entrevista a Asier Zuazo
Buenos oradores, mejores profesionales sanitarios
Psicología para atraer la buena suerte y el poder del optimismo; cuestión de ciencia
¿Qué responsabilidad crees que tienes en tu buena o mala suerte? Y la pregunta del millón ¿te gustaría tener mejor suerte?
La pócima que provoca confianza
El grado de reconocimiento fue prácticamente pleno. El estudio comprometía también a los padres tratando de comprobar si éstos reconocían a sus recién nacidos con la misma precisión que las madres. Los padres alcanzaron niveles altos, pero por debajo de las madres. Hay que tener en cuenta que los niveles de oxitocina en un hombre en comparación con una mujer después del parto, son significativamente más bajos.
El poder de generar confianza en nuestros pacientes.
En ocasiones leemos aquello de “para ser un buen comunicador escucha al paciente y hazle sentir que está en un entorno de confianza”. Parece que la recomendación es útil y acertada, pero ¿cómo lo hago? y ¿cómo consigo por ejemplo hacer sentir a mi interlocutor, oyente o paciente que está en un entorno de confianza?
Asier Zuazo Iturbe ¿Hacia dónde nos dirigimos?
Vivimos en una época un tanto convulsa: el carisma sanador de la comunicación verdadera ha pasado a un segundo plano y parece que solo el estrés, una buena imagen social o el mindfulness tan de moda tienen cabida.